lunes, 28 de febrero de 2011

En Uruguay




Hace dos meses que estoy en Uruguay, conseguí trabajo en un almacén de La Paloma. Sí, no se rían, pero esto es increíble. Al principio llegamos a Montevideo y a los dos días llegó Togy; mi vecina le había contado todo. Tuvimos un inconveniente con un amante de mi primo y tuvimos que irnos de esa ciudad (les cuento otro día), así que terminamos en La Paloma. Es un lugar muy tranquilo y muy lindo pero Togy no lo aguantó tanto, le divirtió al principio la arena y el mar pero después sintió que le faltaba su estilismo.
Me hice muy amiga de una chica que se llama Marta. Ella es muy buena conmigo, me gusta su compañía. Es hija de la dueña del almacén, quizás por eso me dieron el trabajo.
Marta es un poco mayor, tiene 48 años lo que pasa es que aparenta más. Es muy gorda, tiene pelo negro con muchos rulos y usa anteojos desde chica porque tuvo un accidente (del cual no me quiere hablar) y casi queda ciega. Al lado de ella yo me siento bien, me divierto y la gente me da bolilla. No sé, no sé si quiero volver.
Hace tiempo que no como pastrón, tal vez sea el hecho de estar trabajando en un almacén que me haya asqueado un poco, ¿no? El primer mes engorde 12 kilos pero por suerte el segundo bajé 8, ajja, así que no estoy tan mal. Pero ahora como poco fiambre. Pero ¿saben qué me gusta mucho? La sandía. Me encanta. No sé por qué en Buenos Aires no comprábamos en casa. Pero acá como y mucho.
Bueno, estoy pensando qué hacer, no sé… tuve un llamado de Valentino la semana pasada y me dejo pensando… Mamá todavía no volvió a casa, no estoy segura si ya es tiempo de hacer mis maletas. A papá le perdí el rastro, una señora lo conoció y me dijo que se había ido para Brasil.
Tocan la puerta, es Marta. Nos vamos a la murga. ¡Después les cuento!

Fabiola.